Al nacer, el cuerpo humano es casi estéril. Sin embargo, en cuestión de días, miles de millones de microbios comienzan a colonizar el intestino del recién nacido, formando una comunidad vital para su desarrollo. Así lo demuestra el estudio Baby Biome, realizado en Londres con más de 3500 bebés, que reveló cómo la microbiota intestinal temprana puede marcar la salud de una persona para toda la vida.
Los investigadores descubrieron que los bebés nacidos por parto vaginal adquieren bacterias beneficiosas del intestino materno, principalmente Bifidobacterium longum y Bifidobacterium breve, mientras que los nacidos por cesárea presentan una flora dominada por Enterococcus faecalis, una bacteria asociada a infecciones hospitalarias.
Esta diferencia inicial influye en la capacidad del sistema inmunitario del bebé para resistir enfermedades respiratorias e inflamatorias durante los primeros años de vida.
Los científicos advierten que los primeros mil días son un periodo decisivo: las bacterias intestinales no solo fortalecen las defensas, sino que también enseñan al cuerpo a distinguir entre lo propio y lo extraño.
Cuando la microbiota se forma correctamente, ayuda a prevenir alergias, obesidad y trastornos autoinmunes. En cambio, un desequilibrio puede aumentar el riesgo de múltiples enfermedades a lo largo del tiempo.
Aunque las cesáreas salvan vidas, los expertos subrayan la importancia de restaurar el microbioma perdido mediante alternativas seguras, como los probióticos. “La naturaleza tiene su propio método de protección”, explican los investigadores.