Escribe: María Coaguila Torres
Tiabaya, un distrito tradicional de Arequipa, resguarda una historia de dedicación y amor por la educación a los escolares que se transmite de generación en generación. La protagonista es María Santos Betza Salas Paredes quien a sus 85 años de vida sigue siendo maestra, se dedica a la enseñanza por sesenta años.
La docente desde que fue niña jugaba con sus muñecas, enseñándoles lecciones, usaba una pizarra pequeña que era de sus padres, ese juego infantil se convirtió en realidad y doña María Santos se convirtió en el faro que guía con conocimiento a más 1000 estudiantes.
“Yo no soy profesora, me gusta que me digan maestra porque mi objetivo es imitar al señor Jesús quien se dedicó a enseñarnos el amor y los valores”, nos narra doña María.
Egresada en 1967 de la Escuela Normal Superior María Auxiliadora en Puno, Salas Paredes encontró en la docencia su verdadera vocación. Es casada y madre de una hija que sigue sus pasos como directora académica, su legado educativo se extiende más allá de las aulas.
Sus primeros pasos como maestra los dio en la escuela de mujeres N.° 983 del distrito de Characato, donde enseñó durante cinco años en un aula de 5.º grado de primaria. Allí, con visión y determinación, lideró un proyecto para construir un nuevo local escolar, obteniendo el apoyo del comité cívico militar, un sistema que creo Belaúnde, que proporcionó los materiales necesarios.
A pesar de enfrentar desafíos de salud, la pasión por enseñar nunca la abandonó.
Tras un breve período realizando trabajo de oficina, María Santos regresó al aula, esta vez al jardín Fecia en el distrito José Luis Bustamante y Rivero. A pesar de las condiciones precarias del local, con la ayuda de padres y autoridades del distrito, logró mejorar las instalaciones y garantizar una educación de calidad.
Reconociendo su labor y dedicación, la Gerencia Regional de Educación le confió la fundación del centro educativo inicial en los altos del mercado de San Camilo. Aunque un terremoto devastó el local en 1979, María Santos demostró una vez más su determinación trasladando la institución a la calle La Merced y posteriormente a la calle Sucre, donde dirigió y enseñó durante cinco años.
Tras 25 años de servicio, María Santos decidió jubilarse, recibiendo el reconocimiento del Ministerio de Educación. Sin embargo, su pasión por la enseñanza la llevó a fundar, en el año 1989, la I.E.P. Ciencias del Divino Niño Jesús en su hogar que es Tiabaya, teniendo dificultades para la creación del colegio.
Lo que comenzó como clases particulares pronto se transformó en una institución educativa tuvo la ayuda de la directora académica, su hija Betzi del Carmen Manrique Salas, empezaron con nueve niños en marzo y ya para julio 25 niños, respondiendo a la demanda de los padres que valoraban la calidad de su enseñanza empezaron ofrecer educación primaria y años más tarde el nivel secundario. Tiene 19 promociones de egresados que actualmente engrandecen a la institución y agradecen a su profesora por todo lo que aprendieron junto con los valores.
Su historia es inspiradora, ella tiene el don de educar, es apasionada y merece que su ejemplo sea imitado en la sociedad.