Lo ocurrido con las lluvias en el Cono Norte de la ciudad donde, en pocos minutos, generaron la inundación de decenas de viviendas, nuevamente nos demuestra la peligrosidad de construir hogares en zonas de alto riesgo. Diversas fotografías que circularon por redes sociales nos mostraron la magnitud del desastre que nuevamente afectó a familias enteras, que aún tienen lodo en sus casas.
Un común denominador de los sectores afectados por la lluvia del último jueves es que se encuentran en zonas peligrosas, sin las debidas medidas de seguridad porque es complicado volver zona segura a quebradas, torrenteras, pendientes, terenos consuelo arcilloso que es inestable para construir. Siempre las antiguas quebradas tienen memoria y recuerdan su ruta natural donde hace muchos años era una zona de desfogue sin presencia de población.
Lamentablemente se cumplió el dicho de nuestros antepasados que señalaban que el agua conoce su camino. Así vimos como estas zonas consideradas de riesgo terminaron afectadas por los desastres naturales y sus ocupantes pidiendo la ayuda del caso para su reubicación pues no tienen hacia dónde ir.
Constantemente se cuestiona el papel que tienen las autoridades al no supervisar la ocupación de estos sectores por parte de familias necesitadas de vivienda. Pocos prestan atención a este problema que se repite año tras año y solamente cuando ocurren este tipo de desastres volteamos a dar una mirada a este grupo poblacional.
Bajo esta premisa cabe la necesidad de buscar en el futuro nuevas alternativas para evitar que más zonas de riesgo con alta vulnerabilidad sean ocupadas por la población. Las lluvias desnudan la necesidad que se tiene de vivienda con la debida formalidad del caso. Ahora, a la par con la labor de ayuda, se necesita cada vez una mejor planificación del crecimiento urbano de Arequipa, ello involucra la reubicación.
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