A los 12 años dominaba su mundo. Durante el día, los estudios en el colegio San José y la piscina de los Chocano. Y cuando el sol se despedía, los buñuelos y anticuchos en la histórica alameda de Tingo, cerraba el día. Comunión perfecta entre la naturaleza y el jolgorio.
Tan importantes fueron sus años juveniles vividos en Tingo que, en su posterior vida de gran jerarca, el aroma de los anticuchos y buñuelos también los trasladó e impregnó en los míticos ambientes del Pentagonito, en Lima.
Pero, Vladimiro Montesinos no siempre fue el temible gobernante tras bambalinas. A sus 13 años vivió su primer enamoramiento, pero su timidez le aconsejó acudir al compañero de carpeta para que lo represente en su declaración amorosa ante la dulcinea de sus ojos.
Referirnos, luego, al rosario de sus 4 décadas de vida tortuosa, salpicada de ingenio, violencia y transgresiones a la legalidad, demandarían tantas hojas como las de la biblia. Y la salud moral del país, recomienda, por hoy, dejar ahí el tema.
Pero por la salud del país, corresponde evocar la ley 32181, porque es el instrumento jurídico que está empleando estos días la defensa de Vladimiro Montesinos para sustituir los 11 meses que le restan de prisión, por la alameda de Tingo y su departamento en la avenida Javier Prado. Explicando el tema, sucede que esa ley permite a los mayores de 80 años, sustituir los barrotes por medidas de restricción, por razones humanitarias. Y Montesinos celebró su cumpleaños 80, el 20 de mayo.
Montesinos no será un excarcelado cualquiera. El poder que acumuló lo encumbró hasta ubicarlo entre las personas más influyentes del siglo XX. Los 24 años que lleva en prisión habrán mitigado ese poder, pero desaparecerlo, difícil. Y recordando sus antecedentes, muy complicado predecir su comportamiento, cuando deje la prisión.
En estos días otra ley orquestada por la señora presidenta y sus seguidores, la número 32130, ha motivado que la jueza Margarita Salcedo deje sin efecto las restricciones que pesaban sobre el expresidente Pedro Pablo Kuczyhnski, al cumplirse los 30 meses con restricciones que se le impuso, originalmente. Antes de esa ley, las restricciones no tenían límites en el tiempo. Vale preguntarse si con las manos libres, pretendería dejar el país.
Otro caso parecido ocurre con el expresidente Martín Vizcarra. Gracias a la Ley 32130, el plazo de vencimiento de su restricción para dejar el país vence el 4 de julio. Originalmente los jueces entendían que antes de esa fecha estaría condenado. Pero como la jueza Fernanda Ayasta, encargada de su juzgamiento, a limitado las audiencias de juzgamiento a una por semana, en un mes podría hasta salir del país, si no se reiteran las medidas de impedimento.