Jokoi Kenyi, trabajador social y conferencista, hijo de padre japonés y madre colombiana, creó un proyecto de intercambio cultural entre América Latina y Japón que tiene como propósito fomentar una mentalidad de disciplina, trabajos y desarrollo en los latinoamericanos.
Estas experiencias lo han llevado a conocer cada cultura, a las personas que migran y tienen un choque cultural y sus primeras expresiones que suelen ser “todos los japoneses se parecen” “Los latinos son iguales”.
Al paso del tiempo algunos llegan a apreciar esas nuevas culturas y finalmente a reconocer que existen mucho parecido entre ellas, sobre todo en aquello que Kenji considera los valores universales porque en todas partes del mundo las personas lloran cuando están tristes, se enojan, sienten miedo, alegrías o gratitud.
El suicidio en Japón duele, los homicidios en Colombia también. Cuando se conviven con tantas nacionalidades uno empieza a descubrir que el que hace mala cara tal vez sea muy dulce y tal vez en una situación de peligro exponga su vida por salvarte y el que me sonríe puede que me robe. No es bueno juzgar porque no sabemos al final la esencia de cada ser.
A pesar de las diferencias culturales hay un idioma que es universal, ante un peligro, ante un conflicto, o ante una situación grata. Lo mejor es confiar porque no siempre las etiquetas que ponemos a las personas las definen. La humanidad es el lenguaje por excelencia.
Jokoi dice: “Estamos pensando en unificar monedas, quitar visas y fronteras, pero lo más relevante es unificar nuestros valores y principios universales”.
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