En las últimas horas las autoridades de Arequipa están agotando los medios para lograr que nuestra ciudad esté más segura con la declaratoria de emergencia ante la ola de inseguridad ciudadana. La criminalidad vigente pone contra las cuerdas a gobernantes y gobernados ocasionando zozobra entre la ciudadanía que solo espera la tranquilidad necesaria para seguir con sus actividades normales.
Sin embargo, pareciera que nos falta alcanzar mejores niveles de coordinación, pues por un lado los alcaldes viajaron a la capital para reunirse con representantes del Poder Ejecutivo y presionar en búsqueda de declaratoria de estado de emergencia ante la ola criminal. Lograron el compromiso de representantes del gabinete ministerial para que más adelante la medida sea oficial.
Por su parte, en nuestra ciudad tuvimos la visita del comandante general de la Policía, general Víctor Zanabria Angulo, quien pidió a los presentes evitar que el fenómeno de la criminalidad organizada crezca. Para ello contó con el respaldo del gobernador regional Rohel Sánchez. Ante eso, cabe la pregunta: ¿No hubiera sido mejor que todos los involucrados se reunieran en la búsqueda de los mismos objetivos y no cada uno por su lado?
Aunque hay una buena intención al pedir declarar emergencia por inseguridad, conocemos que sin estrategia policial la delincuencia seguirá haciendo de las suyas, falta allí más inteligencia detectivesca.
Cada vez el problema social se hace más latente, la criminalidad se extiende. Solo ayer, el sicariato acabó con la vida de dos personas al ser atacadas a balazos en Majes, provincia de Caylloma, y se espera que pueda darse con los responsables de este atroz ataque.
Sin embargo, más allá de análisis externos, esperemos que todos los esfuerzos tengan éxito. De hecho depende que Arequipa no termine siendo presa del terror que desatan bandas criminales y que queden en el pasado episodios lamentables de sicariato y balaceras ocurridas durante los últimos meses.