La historia del IREN Sur resume una tragedia con culpables conocidos: corrupción, incapacidad y olvido, en resumen lo convirtieron en un símbolo del abandono estatal. Una década atrás, los pacientes más pobres fueron condenados a tratamientos fallidos por equipos mal entregados en el escandaloso caso de Oncoserv que tenía la concesión de los servicios de diagnóstico, laboratorio e imágenes. Esa herida sigue abierta. El cáncer no espera, pero la política sí. No hay excusas cuando la salud de miles depende de decisiones técnicas y éticas, no de improvisaciones.
La propuesta de una nueva sede no es el problema. La negligencia en su ejecución, sí. Se perdió tiempo en discutir que se haría en un terreno en Sabandía, hubo decisiones erráticas y la falta de gestión. La informalidad en el manejo del proyecto y la errónea comunicación del gobernador Rohel Sánchez solo añadieron confusión que incluso generó protestas de las familias suplicando atención en el IREN de la avenida La Salud y no en otro distrito.
Mientras tanto, la burocracia sigue su marcha lenta. Se está a punto de perder una inversión histórica de 1200 millones de soles porque no se hizo lo básico: asegurar un terreno saneado. Diario Viral fue el primero en señalar que ese predio era del Estado, pero nuestra máxima autoridad regional se dedicó a hablar de un exdocente amigo que le cedería el predio y perdió el tiempo.
Felizmente -al parecer- el gobernador analizó mejor todo este problema de construir un IREN Sur adecuado y ampliará la sede actual en la avenida La Salud.
Este cambio es oportuno, pero el país no necesita más monumentos a la improvisación. Necesita resultados. Esta crisis no solo revela la falta de planificación, sino una desconexión brutal con la realidad de quienes mueren esperando atención. Si no hay acción, habrá más vidas perdidas. Y ya son demasiadas.