Hablar de coyuntura nos lleva a veces al dilema de comentar varios eventos que en paralelo pueden ser de importancia para nuestra sociedad. En efecto, este fin de semana, dos hechos noticiosos han sido el foco de atención. Uno, relacionado con la política electoral a once meses de las elecciones, el otro, con la miseria en que nos ha hundido el gobierno de Dina Boluarte y la penosa visita al papa León XIV.
Las encuestas son formidables para formar opinión. El notable periodista español Joaquín Estefanía define a las encuestas como un poder fáctico, indispensables a la hora de moldear a la opinión pública. En su libro El Poder, indica que las encuestas más un medio de comunicación y un líder de opinión que las comente pueden generar imparables corrientes de opinión, y vaya que en nuestro país lo hemos visto.
Una encuesta de CIT, publicada en Expreso, le otorga seis puntos de ventaja a Carlos Álvarez por sobre Rafael López Aliaga y Keiko Fujimori. Por experiencia sé que una encuestadora jamás se prestaría a presentar tamaña ventaja si es que no tuviera asidero. Pero mas allá de lo científico, es obvio que en estos momentos Carlos Álvarez tiene una notable ventaja fundamentalmente porque está haciendo su tarea: ser opositor a Dina Boluarte. Mientras López Aliaga, Keiko Fujimori y penosamente Acuña se convierten en escuderos y gonfaloneros de Dina Boluarte, Carlos Álvarez sintoniza con el 99% del electorado. Es una situación elemental. Además, cuando desde el fujimorismo o Renovación Popular se animan a hacer oposición, los voceros respectivos lo hacen de manera tan chabacana que terminan haciéndole un favor al precandidato de País para Todos.
El otro evento, el de la visita especial de una delegación de nuestro país a Roma para la entronización del papa León XIV, demuestra el bajísimo nivel al que ha llevado (y ha llegado) nuestra diplomacia. La del Perú, en términos políticos y representativos, debe haber sido la peor de las delegaciones.
Compuesta por personajes pintorescos, frívolos, faranduleros, sin ningún atisbo de admirables, se limitaron a hacer un papelón que ha dado la vuelta al mundo a través de las fotografías.
Solo en Lambayeque el Perú tiene a un personaje de categoría mundial como el arqueólogo Walter Alva, pero lo dejaron de lado. En su lugar viajaron personajillos intrascendentes que no representan ni a la cultura ni a la espiritualidad en el país.
Dina Boluarte y sus aliados chabacanos están hundiendo al Perú a límites insondables. Ello es responsabilidad no de quienes los eligió sino de aquellos que pudiendo cambiarla constitucionalmente optaron por vivir del Perú aprovechándose hasta el 2026. No los olvidemos. No merecen ni una oportunidad más.
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