En lo alto del imponente volcán Ampato, a más de 6000 metros de altura, el hallazgo de la momia Juanita en 1995 no solo reveló a una niña inca sacrificada hace más de 500 años, devolvió la voz a una civilización que entendía el mundo como un todo sagrado. Para Arequipa, Juanita no es un vestigio más, es un símbolo que nos conecta con nuestra herencia andina y nos obliga a repensar nuestra identidad cultural.
La momia Juanita una ofrenda a los apus, los dioses de las montañas nos recuerdan que antes de la llegada de los españoles existía una cosmovisión profundamente espiritual y organizada. El sacrificio, lejos de ser una barbarie, era un acto de comunión con la naturaleza y expresión máxima de devoción. Que una niña fuera elegida para tan alto honor nos habla de la importancia simbólica de la pureza, del ciclo vital y de la entrega.
Pero Juanita también es testimonio de resiliencia. Conservada por siglos bajo hielo, su cuerpo intacto hoy es admirado por científicos y turistas del mundo entero. Gracias a ella, Arequipa ha logrado posicionarse como un punto clave en la arqueología mundial y, a la vez, como custodio de una historia que trasciende fronteras. El museo Santuarios Andinos, donde reposa, es más que un espacio expositivo: es un altar laico donde se honra la memoria del pasado.
Sin embargo, la verdadera importancia de Juanita no radica solo en su valor científico o turístico, sino en su capacidad de interpelarnos. ¿Qué tanto entendemos y valoramos nuestras raíces indígenas? ¿Qué papel juega esta memoria ancestral en la construcción de una identidad arequipeña y peruana moderna?
Reivindicar a Juanita es abrazar esa compleja fusión de historia, mito y espiritualidad que aún late en los Andes. Es entender que nuestra cultura no empieza en la Colonia ni termina en la modernidad. Juanita está ahí, silenciosa pero elocuente, recordándonos que somos hijos del volcán, del ritual y de la tierra. Su figura nos invita, además, a dialogar con el pasado sin prejuicios y a construir un futuro donde el respeto por nuestras raíces sea parte del presente.