El teatro Municipal de Arequipa es más que un edificio; es un símbolo de la identidad cultural de la ciudad. Desde su fundación, ha sido el epicentro de expresiones artísticas que han enriquecido el espíritu arequipeño, albergando desde obras teatrales y conciertos hasta eventos literarios y conferencias. Sin embargo, su importancia contrasta con el abandono y la falta de interés que muchas veces recibe por parte de las autoridades y la sociedad.
Ubicado en el corazón de la ciudad, el teatro Municipal ha sobrevivido a incendios, terremotos y remodelaciones que, en lugar de fortalecerlo, en ocasiones han sido señales de una gestión deficiente. Este espacio no solo es un testigo de la historia cultural de Arequipa, sino también un recordatorio de la fragilidad del patrimonio cuando no es cuidado adecuadamente. La pregunta es: ¿realmente valoramos este escenario como se merece?
El problema no radica solo en la infraestructura deteriorada o en las restricciones presupuestarias, sino en la falta de una política cultural coherente y sostenida. A pesar de los esfuerzos de grupos artísticos locales, la programación del teatro sigue siendo irregular y carente de una estrategia que lo posicione como un referente permanente del arte en la ciudad. Si bien en los últimos años se han visto intentos de revitalización, estos han sido insuficientes para devolverle el esplendor que tuvo en otras épocas.
En un contexto donde la cultura muchas veces es relegada a un segundo plano, resulta urgente que las autoridades municipales comprendan que un teatro en óptimas condiciones es una inversión en la identidad y el desarrollo de Arequipa. Pero no solo ellas tienen responsabilidad. La ciudadanía debe reconocer que el arte y la cultura son esenciales para el crecimiento de la sociedad y exigir que el teatro Municipal reciba la atención que merece.
Si queremos que Arequipa mantenga su prestigio como una ciudad con una vibrante vida cultural, el teatro Municipal debe dejar de ser un espacio en peligro y convertirse en un verdadero baluarte de la creatividad y la expresión artística. Solo con un compromiso firme podremos asegurar que este emblemático escenario continúe siendo un faro cultural para las futuras generaciones.