A trece meses de culminar su gestión, el alcalde de Arequipa anuncia que recién comenzará a supervisar personalmente al personal de seguridad ciudadana en operativos nocturnos a raíz de una huelga anunciada por el sindicato de trabajadores de seguridad ciudadana ¿No es demasiado tarde para tomar el “toro por las astas”? ¿Qué ha estado haciendo durante los más de tres años anteriores?
Sus declaraciones, lejos de transmitir liderazgo, revelan improvisación y una preocupante falta de planificación. Reconoce que hay serenos que duermen entre las 2 y 4 de la mañana, que marcan tarjeta y se retiran para volver al cambio de turno. ¿Y recién ahora decide actuar? ¿No es responsabilidad del alcalde haber fiscalizado desde el inicio?
Además, sus palabras están cargadas de ambigüedad y evasivas. Habla de “caprichos”, “personalismos” y de que “siempre quieren sacar al gerente de seguridad ciudadana”, como si los cuestionamientos fueran ataques personales y no reclamos legítimos de una ciudadanía que exige resultados. ¿Por qué no se ha hecho una evaluación técnica seria del desempeño de los funcionarios?
La seguridad ciudadana no puede depender de operativos inopinados ni de sacrificios personales del alcalde. Necesitamos políticas sostenidas, indicadores de gestión, y sobre todo, voluntad política real. ¿Supervisar a la medianoche es una solución o solo un gesto mediático para limpiar la imagen de una gestión como alcalde que ha dejado mucho que desear?
Arequipa merece más que promesas tardías. Merece una autoridad que planifique, que escuche, que actúe con firmeza desde el primer día. No basta con salir a la calle cuando la presión aprieta. Gobernar es asumir responsabilidades, no improvisar cuando el reloj ya marca el pitazo final. (hablando en el lenguaje que él domina)
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