La suerte del presidente del Congreso, Alejandro Soto, pende de un hilo. A tres semanas de asumir cargo, afronta serios cuestionamientos, incluyendo una moción de censura que ya circula en el Legislativo y que, según su impulsor Roberto Sánchez, al menos tendría 25 firmas de parlamentarios.
La situación se oscurece cada vez más para el actual titular de la mesa directiva del Congreso quien, en su afán de defenderse, adelantó una conferencia de prensa que estaba prevista para el 28 de agosto. Mientras comparecía ante los medios de comunicación no faltaron episodios en los cuales el presidente del Congreso tuvo intercambios de palabras con los hombres de prensa que le interrogaban por los diversos cuestionamientos que surgieron ni bien asumió el cargo.
Entre los principales problemas que debe afrontar Soto, figura la denuncia aparecida en medios de comunicación sobre la contratación de su cuñada en el despacho congresal, para ejercer como coordinadora sin haber completado su carrera universitaria. Peor aún resulta saber que vendió un terreno, previamente comprado en 5000 dólares, a una empresa de transportes por un valor final de 265 000 dólares. Aquí lo más cuestionable es que a la vez ejercía de asesor legal de la mencionada empresa y habría usado su cargo para convencer al directorio de la viabilidad de la adquisición. El resultado fue una denuncia posterior por presunta estafa con la venta de un terreno sobrevaluado.
Si es que las investigaciones siguen avanzando y los cuestionamientos por parte de sus colegas parlamentarios también lo hacen en las próximas semanas podríamos tener cambios en la mesa directiva del Parlamento. Esperemos que Alejandro Soto, aunque no sea el primero, sí sea el último de los presidentes del Congreso con un cuestionable pasado. Nuestro país merece mejores líderes y con un pasado intachable.
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