Opinión

Sin moral no hay sociedad confiable y decente

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Para nadie es un secreto que la célula básica de una sociedad es la familia. En ella, en nivel micro, se reproducen una serie de comportamientos que luego, en macro, se desarrollan en la sociedad. Desde que la familia es aceptada en el espacio de la sociología y la antropología, se han desarrollado una serie de experimentos que permiten inferir grandes comportamientos sociales, a partir de micro comportamientos familiares.

Es así que, de una familia desintegrada y con padres sin autoridad, pueden sobrevenir hijos indisciplinados y sin ningún tipo de respeto por las jerarquías. Si para un padre o una madre, o peor aún, para ambos, los hijos les son indiferentes, la respuesta de los hijos hacia los padres va a ser igual, cargada de indiferencia. Si a unos padres no les importa que los hijos se amanezcan en la calle, se embriaguen o hasta delincan, pues están estimulando el mal comportamiento. Los hijos se acostumbran a vivir sin autoridad, actúan como se les da la gana pues saben que nada les va a pasar  y, sin ese binomio que construyó a las sociedades modernas: el esquema de premio y castigo, la suerte está echada para el tejido social.

Igual es con una sociedad, con un gobierno a cargo de un Estado. Si tenemos gobernantes incompetentes o corruptos, o ambas cosas a la vez, que no se preocupan de llamar al orden a los otros poderes constituidos pues tendremos un estado de descomposición generalizado. Si los ministros se dan cuentan que pueden brillar por su incompetencia o estar involucrados en actos de corrupción sin que reciban sanción, eso va a tener repercusión social. Si los congresistas actúan con desfachatez e inmoralidad, igual sin sanción, eso tiene repercusión social. Así se expande la cadena, cada quien hace lo que se le viene en gana pues sabe que va a haber impunidad, que no habrá sanción.

Es por eso que, en el Perú, los aeropuertos pueden construirse sin vías de accesos, los puentes pueden desplomarse, los techos de centros comerciales caerse sobre los comensales, los corruptos ser librados del poder judicial por el tribunal constitucional y algo tan inocuo e inocente como el suero fisiológico matar. Todo es una cadena de desastres que nace en nuestra permisividad, en no hacer caso a un problema que Aristóteles y Platón resolvieron hace casi 2500 años: no hay viabilidad en una sociedad si no está resuelto el problema moral. Con autoridades inmorales y corruptas no hay sostenibilidad ni desarrollo social. Permitimos que Dina Boluarte no convocara a elecciones, estamos viviendo los resultados.

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