La Superintendencia Nacional de Educación (Sunedu) nos ha soprendido esta semana, al tomar la decisión de finalizar la modalidad de educación virtual al 100% para todas las universidades públicas y privadas del país. A partir del año académico 2024, las instituciones de enseñanza superior deberán regresar a la modalidad de clases presenciales para los alumnos de pregrado. Si bien es cierto que por la covid-19 todas las universidades se vieron obligadas a ofrecer sus servicios de manera virtual, esto ha generado que algunas hayan visto con buenos ojos el negocio de la virtualidad al permitir esta modalidad, incluso cuando la pandemia ya terminó.
La virtualidad puede ayudar, más no reemplazar a la presencialidad y menos en la educación universitaria de pregrado, en donde se forman las bases del futuro profesional. Una educación 100% virtual presenta varias desventajas: la interacción cara a cara con profesores y compañeros es limitada o nula. Esto afecta el desarrollo de habilidades sociales y de trabajo en equipo, que son esenciales en el ámbito profesional. Estudiar en línea requiere una gran autodisciplina y habilidades de gestión del tiempo (cualidades que los egresados de la secundaria no poseen). La flexibilidad de horarios lleva a la procrastinación y a no cumplir con los plazos establecidos si el estudiante no es suficientemente autónomo y organizado, como lo son en nuestro país. Dependiendo de la carrera, la falta de prácticas presenciales es una desventaja significativa. Carreras de ciencias, medicina o ingenierías se benefician enormemente de las experiencias prácticas en laboratorios o talleres, las cuales son difíciles de replicar virtualmente. Estudiar en línea requiere una conexión a internet confiable y equipo tecnológico adecuado. No todos los estudiantes tienen acceso a estas herramientas o enfrentan dificultades técnicas que afectan su aprendizaje. Finalmente, la experiencia universitaria va más allá de las aulas, más allá del estudio, incluyendo actividades extracurriculares, clubes, deportes y la construcción de una red de contactos. Los estudiantes en línea se sienten aislados o pierden estos aspectos de la vida universitaria.
Considero que si los estudiantes están pensando en una educación universitaria 100% virtual deberían tomar en cuenta la carrera que piensan estudiar, la universidad en la cual deseen hacerlo y, más importante aún, el mercado laboral. Por mi trabajo converso con muchos empleadores, de distintas profesiones y ven con escepticismo esta modalidad de estudios; la gran mayoría prefiere contratar personal con estudios universitarios presenciales, incluso dudan de los estudios semipresenciales. Recordemos que ahora en los títulos universitarios y grados académicos aparece la modalidad de estudios. Si deciden estudiar algo 100% virtual, el riesgo de no encontrar trabajo es elevado, en especial en nuestro país. Advertidos están.