Demás está referirse al distanciamiento entre la presidenta Dina Boluarte y su expresidente del Consejo de Ministros, Alberto Otárola. Entre calificativos de ‘cobarde’ para uno y que la otra ‘mantenga la cordura’, se rompe un vínculo que parecía inquebrantable cuando la mandataria iniciaba su gestión.
No es la primera ni la última vez que antes aliados terminan enfrentados. Sino recordemos a lo ocurrido con quienes acompañaron a Pedro Pablo Kuczynski en el 2016 y cómo, poco a poco, fueron alejándose. Lo mismo ocurrió con Ollanta Humala, Pedro Castillo y demás. El factor común es que surgieron diferencias en el camino y ello obligó a que los anteriores aliados se alejen y ello afecte el desenvolvimiento del Gobierno.
Habría que ver los factores que llevaron a los anteriores ‘amigos’ a alejarse y golpear la estabilidad política. Estas situaciones solo propician que la solidez de quienes gobiernan se vayan perdiendo. Incluso uno se podría cuestionar si cuando se inició el camino los miembros de una coalición lo hicieron por interés propio por aportar al desarrollo, como tendría que ser.
Ahora Dina Boluarte y Alberto Otárola se lanzan dardos y revelan información sobre el manejo del gobierno que despierta más indignación entre los peruanos. Es así que esas ahora enemistades terminan afectando al país pues agravan una crisis que nos tiene golpeados por todo lado.
Con ello queda la recomendación a quienes formen alianza de todo tipo. Hay que evaluar a quienes se convierten en nuestro apoyo pues, dadas ciertas condiciones, pueden convertirse en una piedra en el zapato.