La reciente audiencia de rendición de cuentas del alcalde de Arequipa ha dejado una preocupante estela de dudas y críticas respecto a la ética política y la verdadera vocación de servicio de quien ocupa el sillón municipal. Resulta llamativo, por no decir escandaloso, que entre los “invitados” a dicho evento figuren, en gran número, vecinos de asentamientos humanos que actualmente se encuentran en proceso de formalización de sus títulos de propiedad. Este acto no puede entenderse sino como una manipulación política, una estrategia evidente para captar simpatías mediante la promesa implícita —o explícita— de que el proceso de formalización dependerá del grado de afinidad con el alcalde de turno.
A esta situación se suma la también cuestionable presencia masiva de trabajadores CAS transitorios recientemente contratados durante su gestión. ¿Con qué propósito se les convoca a un evento que, por naturaleza, debería ser un espacio técnico, institucional y ciudadano para rendir cuentas objetivas sobre el uso de recursos públicos? ¿Es que se pretende llenar el auditorio con voces complacientes, mientras se esquivan las críticas legítimas de una ciudadanía que exige transparencia, eficiencia y resultados?
El alcalde parece haber aprendido con rapidez las peores prácticas del viejo manual del político tradicional: rodearse de clientelas, condicionar beneficios, instrumentalizar la necesidad de los más vulnerables y convertir espacios públicos en plataformas propagandísticas. Lamentablemente, en lo que respecta a gestión municipal, sigue demostrando un preocupante desconocimiento, improvisación y falta de visión. Gobernar una ciudad como Arequipa exige mucho más que audiencias maquilladas; exige planificación, honestidad, apertura al diálogo crítico y, sobre todo, respeto por la dignidad ciudadana.
La política no puede seguir operando bajo la lógica del favor y el chantaje encubierto. Si el alcalde desea legitimar su gestión, debe empezar por actuar con transparencia y alejarse de prácticas clientelistas que tanto daño han hecho a nuestra institucionalidad. La ciudadanía arequipeña merece algo mucho mejor que un espectáculo disfrazado de rendición de cuentas.
.jpg)
.jpg)
.jpg)
