Arequipa no puede seguir tolerando la ineficiencia como norma. El colapso del puente Ernesto Günther no solo simboliza la fragilidad de nuestra infraestructura, sino también la fragilidad de una gestión municipal sin capacidad de respuesta ni sentido de urgencia. Han pasado varios meses desde que las lluvias expusieron la gravedad del daño estructural, y sin embargo, todo sigue en fase de promesas, diagnósticos y expedientes.
La Municipalidad Provincial de Arequipa anuncia un plan de reconstrucción de más de 2 millones de soles que tardará meses, pero la pregunta es: ¿cuándo comenzarán realmente las obras? Si se demoraron más de dos años en comprar grúas para el control del transporte —herramientas que deberían haber sido prioritarias desde el inicio de la gestión—, ¿cuánto más se demorarán en demoler y construir un nuevo puente?
Hay preocupación sobre la eficiencia y celeridad con la que se llevará a cabo esta obra crucial. La falta de respuesta del Ministerio de Transportes y Comunicaciones respecto a la instalación de un puente provisional tipo Bailey agrava aún más la situación, dejando a miles de ciudadanos sin una vía de conexión vital entre el Cercado y el distrito de Jacobo Hunter
Peor aún, en paralelo anuncian la intervención de la avenida Andrés Avelino Cáceres, una arteria vital para el comercio y el tránsito de miles de arequipeños. ¿Existe algún plan integral o simplemente estamos frente a una cadena de improvisaciones que terminarán colapsando aún más la ciudad?
La ciudad necesita gestión, no excusas. Necesita planificación, no parches. Necesita líderes que escuchen, que actúen y que estén presentes donde más se les requiere.
Arequipa no merece seguir esperando. Tal vez ha llegado el momento de hacer las cosas de otra manera… y con otras personas.