La reciente aprobación de la Ordenanza Municipal N.º 1377, que amplía la expedición del Certificado de Operación de Setare para el servicio de taxi en Arequipa, pone nuevamente sobre la mesa las demoras y contradicciones de la gestión municipal. El alcalde Víctor Hugo Rivera anuncia la medida como un avance, pero la realidad es que se trata de una promesa largamente postergada y aplicada con atraso, cuando el transporte urbano de la ciudad vive uno de sus peores momentos de desorden y desconfianza.
El Setare, concebido hace más de una década para ordenar el transporte especial, hoy parece una herramienta obsoleta frente al crecimiento de las aplicaciones móviles de taxi y transporte. Mientras los conductores deben enfrentar trámites, requisitos y plazos estrictos, las apps operan libremente, ofreciendo un servicio competitivo, dinámico y adaptado a la demanda ciudadana, muchas veces sin cumplir con la normativa municipal. Así, la Municipalidad insiste en sostener un permiso que no se adapta a la realidad actual y que termina siendo superado por la tecnología.
¿De qué sirve prolongar un sistema de autorizaciones que nunca logró ordenar el taxi informal, cuando los usuarios migran cada vez más a Yango, Uber, InDriver o apps locales? La tardía “formalización” que promete el Setare no enfrenta el verdadero problema: la falta de competitividad frente a plataformas digitales que dominan el mercado.
La solución no pasa por seguir extendiendo plazos ni crear más barreras administrativas, sino por modernizar el sistema municipal de transporte especial, integrando la fiscalización y la autorización a una plataforma digital oficial que funcione con la misma facilidad de uso de las apps privadas. Una app municipal podría:
• Permitir el registro de taxis autorizados y fiscalizados en tiempo real.
• Garantizar seguridad para los usuarios con control de antecedentes y monitoreo por GPS.
• Competir directamente con las plataformas extranjeras ofreciendo tarifas transparentes y apoyo a los conductores locales.
Mientras el alcalde celebra una promesa cumplida a medias, Arequipa necesita respuestas modernas y eficaces, no parches normativos que llegan tarde. El futuro del transporte no está en papeles, está en la tecnología y en la capacidad de la autoridad para adaptarse a ella.