La presidenta Dina Boluarte cumplió 62 años la semana pasada. Así también ya pasamos los 62 días en los cuales la mandataria no declara a la prensa. Así llegamos a un nivel de ocultismo de la primera ciudadana del país que solo contribuye a agravar una crisis que nos afecta a todos.
Y es que, al no tener a una presidenta que responda por diversos cuestionamientos, los peruanos estamos expuestos a la especulación y a creer más que este gobierno está perjudicando al país.
En ese contexto, se aprobó el viaje de la mandataria a China para una reunión con el gobernante de este país. Según lo señalado por representantes del Ejecutivo, la cita es impostergable y no se puede enviar representante del Ejecutivo. En el caso del Congreso, parece que hay una orden tácita de mantener endeble apoyo a Boluarte Zegarra. Prueba de ello es que no se tomaron más que una hora para decidir, por amplia mayoría, autorizar el traslado al otro lado del mundo de nuestra mandataria.
Voceros de Palacio de Gobierno arrojaron un poco de esperanza indicando que en algún momento la presidenta hablará con los medios. Al parecer, hay tibios intentos como el ocurrido en una ceremonia escolar de ayer, cuando se autorizó que las cámaras acompañen a la mandataria durante su recorrido. Sin embargo, esto no es suficiente, pues existe la preocupación ante las denuncias contra el Ejecutivo.
La presidenta debe preocuparse en las muestras de transparencia ante todo el país. No le hace bien mantenerse en el anonimato y requiere preocuparse por el Perú en lugar de ver novelas turcas como dicen las malas lenguas.
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