El asesinato de Andrea Vidal no solo conmocionó a la opinión pública, sino que dejó más preguntas que respuestas. La exfuncionaria pública fue seguida desde la casa de su expareja hasta el lugar donde los sicarios acabaron con su vida, en un crimen que, según las autoridades, fue meticulosamente planeado. La precisión del ataque y el despliegue de un vehículo y dos motocicletas refuerzan la teoría que el asesinato fue por encargo y que los sicarios contaban con información detallada sobre los movimientos.
Uno de los puntos más inquietantes del caso es la posible filtración de datos sobre su ubicación. ¿Quién avisó a los asesinos? ¿Cómo supieron el momento exacto en que solicitaría un vehículo? El comandante general de la Policía Nacional, Víctor Zanabria, sugirió que hubo un seguimiento previo que permitió a los sicarios ejecutar su plan sin margen de error. Esto indicaría la participación de una red más amplia, con acceso a información privilegiada y la logística para coordinar un atroz crimen.
El hallazgo de que las armas usadas en el ataque están vinculadas a otros homicidios en distritos como Villa María y San Juan de Lurigancho, añade una capa aún más oscura a la investigación. No se trata de un hecho aislado, sino de un patrón de violencia que podría estar conectado con redes del crimen organizado. Esto refuerza la hipótesis que el asesinato de Vidal es parte de una estructura delictiva más compleja, con ramificaciones que podrían alcanzar a sectores de poder.
Además, su presunta relación con una red de prostitución que operaba en el Congreso abre otra línea de investigación. Su expareja, Rodrigo Falcón, mencionó un encuentro con Jorge Torres Saravia, exjefe de la Oficina Legal del Congreso, quien estaría vinculado a esta organización. ¿Fue este vínculo lo que selló su destino? La brutalidad con la que se ejecutó el crimen indica que Andrea Vidal sabía demasiado o se había convertido en un problema para alguien con suficiente poder como para mandar a silenciarla.