Lo ocurrido con el sismo en Caravelí nos debió alertar a seguir las enseñanzas que se repiten en los simuladros que se hacen a nivel nacional. Un movimiento sísmico puede ocurrir en cualquier momento y lugar. Lo peor aún nos puede afectar en mayor grado si es que no tenemos la preparación del caso: lugares para mantenerse seguros , mochilas de emergencia, cómo mantenerse comunicados y otros.
Esta vez ocurrió el temblor en un horario donde nos encontramos muy vulnerables.Pues a la medianoche la mayor parte de la población se encuentra durmiendo en sus viviendas y por lo tanto con menor capacidad de reacción ante la ocurrencia de un desastre.
A esto debemos sumar la precariedad en la cual se encuentran diversas zonas en nuestra región. Es el caso de la provincia de Caravelí situada en promedio a 9 horas desde la capital y para la cual resulta más que problemático recurrir a los diferentes servicios para una mejor atención.
Estas localidades muchas veces están expuestas a diversos problemas y no es la primera vez que son afectadas por sismos de gran magnitud. Sin embargo parece que seguimos incurriendo en el mismo error. Somos reactivos y no preventivos.
Son varios años en los cuales esta y otras provincias alejadas requieren mayor atención del Estado y, en este caso, de las autoridades regionales. Lamentablemente, la atención sólo aparece cuando ocurren desastres o situaciones contra la seguridad.
Aquí se juntaron dos situaciones que nos deben mantener alertas. Primero la necesidad de constante preparación ante un sismo y segundo, en la costa estar preparados para cuidarse de un tsunami, algunos pobladores de Caravelí, si supieron correr para evitar ser víctimas de un posible maremoto que felizmente no ocurrió. Las autoridades vieron la vulnerabilidad de las familias, ahora les toca medidas de prevención de la fatalidad en caso ocurra un gran terremoto.