Estamos en crisis política desde el año 2016 a la fecha, con el agravante que cada vez, las crisis políticas son peores, por cuanto, los gobernantes carecen de bancada parlamentaria, carecen de partidos políticos y estos últimos carecen de credibilidad y de cualidades gubernamentales, pues, no tienen estadistas, ya no forman cuadros políticos, no cuentan con equipos técnicos, adolecen de parálisis orgánica, están desconectados de la realidad, son incapaces de interpretarla, han perdido la capacidad de identificar los problemas del país y de resolverlos integral y definitivamente.
Me viene, al recuerdo, los extraordinarios líderes de las diversas tendencias ideopolíticas, como: Haya de la Torre, Manuel Seoane, Luis Alberto Sánchez, Alan García; Fernando Belaúnde, Manuel Ulloa, Javier Alva Orlandini; Luis Bedoya Reyes, Héctor Cornejo Chávez, Roger Cáceres Velásquez; Alfonso Barrantes Lingán, Jorge del Prado, Genaro Ledesma, Javier Diez Canseco; entre otros.
Las actuales autoridades del ejecutivo y legislativo, han asumido, sin trayectoria política, sin formación gubernamental, sin experiencia en gestión pública, sin conocer el país.
Se afiliaron en organizaciones políticas sin convicción, se inscribieron como candidatos sin conocimiento de las responsabilidades, resultaron, elegidos sin estar preparados para gobernar.
¿Es esto posible? La respuesta es la situación de crisis política que estamos viviendo en el país por varios años. En Semana Santa, recordamos y reflexionamos con las siete palabras de Cristo, expuestas en la cruz, siendo la primera de ellas: “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen”. Nos vamos a referir, a los gobernantes, por lo que decimos: Padre, perdónalos porque no saben gobernar.
Este deterioro de las capacidades gubernamentales viene desde la Presidencia de Ollanta Humala (2011-2016); continuando con Pedro Pablo Kuczynski (2016-2018); Martín Vizcarra (2018-2020); Manuel Merino (2020); Francisco Sagasti (2020-2021); agravándose con Pedro Castillo (2021-2022); y Dina Boluarte (2022 a la fecha).
Se evidencia en el aumento del desempleo, pobreza y anemia infantil; reducción del crecimiento económico, inversión pública y privada; incremento de la inseguridad ciudadana y corrupción.