Hace algunos meses señalábamos que existía mucho riesgo en tener cerca a los familiares y demás miembros del entorno presidencial. Ahora, con la investigación al hermano de la presidenta Dina Boluarte, esta premisa cobra aún más vigencia. Lamentablemente eso se repite en los últimos gobiernos y parece que no tiene solución.
Si retrocedemos al gobierno de Pedro Castillo tenemos los casos de sus famosos sobrinos. Pasó también con los sobrinos de Alejandro Toledo. De igual forma, se tiene a las esposas de los mandatarios (casos de Nadine Heredia y Eliane Karp) con mucha influencia en las decisiones gubernamentales. Todos estos casos tienen muchos cuestionamientos.
Lamentablemente estos problemas afectan el desarrollo de un adecuado sistema de gobierno. Así tenemos a personas que nada tienen que ver con el aparato estatal y que terminan influyendo sobremanera en las decisiones del Ejecutivo. El escándalo es mayor cuando terminan en contrataciones irregulares de personas que no reúnen perfil para el puesto o, peor aún, adjudican millonarias obras al entorno.
Esta situación ahora tiene un nuevo capítulo con la investigación denominada “Los Waykis en la sombra”. Hablamos de un aparato debidamente preparado para acceder a los círculos cercanos del poder. Así, el descrédito de este Gobierno solo sigue disminuyendo y termina en consecuencias lamentables para todo el sistema estatal, pues escándalos de este tipo terminan influyendo en ahondar más la crisis económica y política.
Nuestras autoridades parece que no aprenden el ejemplo. Ello solo nos presenta nuevamente el cáncer que afecta a nuestro país como es la corrupción agravada por el papel de algunos malos familiares en búsqueda del poder.
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