Con solo dar unos pasos por nuestra larga y ancha ciudad, podemos toparnos con auténticos monumentos al despilfarro y hasta resultan peligrosos para el público arequipeño. Se trata de estructuras o infraestructuras con muchos defectos y, en otros casos, abandonadas a su suerte, luego de ser inauguradas con toda pompa y solemnidad por anteriores autoridades.
Muchos de estos casos se podrían solucionar si es que se aplicaran criterios como construir en lugares adecuados. No puede ser posible, como mostramos en nuestro informe de la página 3, que una cancha esté ubicada en plena torrentera o que en zonas de riesgos estén instalados juegos para niños. Lo peor, están en mal estado y representan más un peligro que una solución a la falta de apoyo a la niñez.
En otro segmento, pero no muy lejano, tenemos las obras paralizadas que también representan un dolor de cabeza para la sociedad. También resulta lamentable que cuando haya cambio de gestión municipal y/o regional se tenga el problema de detener proyectos avanzados. Ello lo vemos en todos los distritos, una razón es que heredaron pésimos expedientes técnicos.
Finalmente, tenemos los casos de las obras que esperan una eternidad para ser ejecutadas porque representan un avance importante para el desarrollo de la sociedad. En Arequipa tenemos el ejemplo más claro en Majes Siguas II que atravesó y atraviesa diferentes problemas.
Así, tenemos muchos más ejemplos de obras que nacieron mal o que no se concretan. Todo ello solo afecta a la población que lamentablemente debe afrontar las consecuencias y no sabe cuándo llegará a su fin esta serie de pequeños y grandes problemas de infraestructura.