Bajo el brillo de las luces, en este diciembre de 2025, las familias peruanas llegamos a la mesa tras un año de muchas discusiones y ruidos políticos. Estas fiestas son la oportunidad perfecta para dejar de lado las peleas y darnos un abrazo.
Aunque los centros comerciales estén repletos, el verdadero sentido de la Navidad no está en las bolsas de compras. El bolsillo manda, pero el corazón necesita mucho más que un objeto nuevo para sentirse realmente tranquilo y en paz.
Muchos sentimos la presión de parecer felices en las redes sociales, pero la salud mental es lo más importante hoy. No tiene nada de malo admitir que estamos cansados o que extrañamos a quienes ya no están.
Propongo una Navidad sencilla, sin tantas poses ni máscaras. En lugar de cenas perfectas para la foto, busquemos charlas sinceras que sanen las heridas. Escuchar al abuelo o jugar con los sobrinos vale más que cualquier banquete de lujo.
El mensaje de humildad del pesebre del Niño Jesús con la Virgen María y San José sigue siendo muy poderoso en este mundo tan apurado.
Regalar nuestro tiempo y nuestra paciencia es el gesto más valioso que podemos tener en estas fiestas de fin de año.
Debemos soltar las preocupaciones del trabajo para disfrutar de quienes tenemos cerca. Espero de corazón que la Nochebuena les haya servido para recargar energías y hoy 25 de diciembre: Navidad tengamos más esperanza, dejando atrás el pesimismo que a veces nos frena.
Finalmente, que esta pausa no sea solo un adorno, sino un cambio real en nuestra forma de tratarnos. La verdadera luz de este 2025 no está en los adornos, sino en las ganas de volver a abrazarnos.
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