La política ahora envuelve a una de las maravillas del mundo y a la vez patrimonio de nuestro país. La ciudadela de Machu Picchu está en el ojo de la tormenta, debido a los problemas que se han originado por la iniciativa del Ministerio de Cultura de impulsar la venta virtual de los boletos para ingresar a este recinto.
Tal vez la intención del Gobierno era modernizar el servicio para atraer a más visitantes peruanos y extranjeros a la zona. Lamentablemente el mensaje no llegó de esa manera a la población y a quienes viven del turismo en Machu Picchu. Ello originó diversas protestas y cuestionamientos por parte de los operadores turísticos en la región Cusco, pues consideran que la iniciativa busca privatizar a esta maravilla del mundo.
A nivel político la falta de manejo de esta situación ya le ha costado dos mociones de interpelación en el Congreso a la ministra de Cultura, Leslie Urteaga. Si es que la situación sigue así no debería sorprender que la representante del Ejecutivo termine saliendo del cargo para dar paso a alguien que sí pueda llevar adelante la modernización en la venta de boletos y a la vez llegar a un consenso con todas las personas que viven de la denominada industria no contaminante como es el turismo.
La empresa Joinnus, encargada de administrar la mentada plataforma digital, ha mostrado disposición de adelantar la fecha de vencimiento del contrato e incluso no percibir la comisión que le corresponde por la venta de boletos durante los primeros meses de atención. Veremos si su reacción ayuda en algo a paliar la crisis desatada en torno a una de las zonas más visitadas por turistas en el país.
El Ejecutivo debe hilar fino con la finalidad de evitar un nuevo conflicto social y tratar de llegar a buen puerto con la información dirigida hacia el sector turismo para garantizar que no se paralice el ingreso de visitantes a Machu Picchu.
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