Resulta casi contradictorio el papel que juegan los ministros del gobierno de Dina Boluarte. Hay una serie de problemas que arrastran en su gestión y parece que no terminan de superarse. Sin embargo, la mandataria, lejos de adoptar medidas más contundentes, los mantiene en el cargo contra viento y marea.
Si desmenuzamos caso por caso, tendremos al titular del Interior, Juan José Santiváñez, quien no tuvo mayor reparo en poner como uno de los más buscados del país a la persona equivocada. En realidad, se trataba de un sereno quien, con toda razón, exigió la rectificación del caso por el daño a su imagen. Demás está citar el aumento de los casos de homicidios que, según Sinadef, no registraban tal incremento desde el 2017.
El ministro de Educación, Morgan Quero, es conocido por sus declaraciones lamentables. Se refirió a los casos de violaciones a niñas Awajún como “prácticas culturales”. A esto debemos sumar cuando dijo que los derechos humanos no son para “las ratas”, esto luego que se le preguntara por los fallecidos durante las protestas.
El titular de Desarrollo e Inclusión Social, Julio Demartini, es vinculado a las diversas irregularidades y actos de corrupción en el otrora programa de alimentación escolar Qali Warma. Sin embargo, al igual que los anteriores mencionados no sale del cargo y permanece inamovible como un abierto desafío a la premisa de hacer cambios cuando en un grupo no se cuenta con resultados.
Así avanza el gobierno de Dina Boluarte. Con muchos tropezones y personas que parecen indispensables, pero que en realidad uno se pregunta si están aportando al país. El tiempo nos dirá si es que no se vienen cosas peores en el devenir de nuestra clase política.
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