Nuevamente Sedapar nos puso contra las cuerdas por algunas horas. Lluvias ocurridas en las zonas cercanas a la cuenca media este jueves, originaron un rebose en la represa de Aguada Blanca y, ante el incremento del caudal del río Chili, se tuvo que paralizar la producción de agua potable para proteger la infraestructura.
Así pasó también hace un mes (lunes 5 de febrero) cuando otra fuerte lluvia originó deslizamientos en zonas cercanas a la planta de tratamiento, lo cual a su vez derivó en incremento de los niveles de turbidez y la consiguiente paralización de la potabilización.
Esta situación nos lleva a cuestionar qué realmente sucede con la empresa de agua potable de todos los arequipeños. Un factor en común de los últimos hechos es que las precipitaciones tuvieron una duración de minutos y, sin embargo, pusieron de cabeza a todo el sistema de tratamiento.
En el recuerdo están otras lluvias intensas de anteriores años, con mayor cantidad de horas de duración y mayor cantidad de localidades afectadas, que en verdad causaron daños que motivaron al corte del servicio. Por ejemplo, el 8 de febrero del 2013, las fuertes precipitaciones tuvieron una duración mayor de cuatro horas y un registro de 124 litros por metro cuadrado (fuente: Senamhi). En aquella ocasión, el corte de agua tuvo unas pocas horas de duración, algo mínimo comparado con lo ocurrido este año, cuando no tuvimos líquido elemento por varios días y las colas ante los camiones cisterna fueron interminables.
Sería bueno tener más información de lo que sucede con nuestro sistema de tratamiento de agua potable. En redes sociales, la población manifestó su extrañeza. Esperemos que no haya más de estos episodios, pues se trata de un recurso vital para todas las actividades productivas.