Lo ocurrido el último fin de semana refleja que todavía nos falta mejorar en procedimientos judiciales vinculados a la tecnología. Nos referimos a la captura de Vladimir Cerrón quien se encuentra prófugo de la justicia y, de acuerdo a lo señalado por el presidente del Consejo de Ministros, Alberto Otárola, tuvo hasta tres horas para alistar sus cosas a un lugar lejos de la justicia.
El jefe del gabinete ministerial indicó que la lectura de sentencia se dio al mediodía y el sistema de notificaciones la registró pasadas las tres de la tarde.
Lamentablemente no es la primera vez que esto ocurre y en Arequipa hemos visto casos de este tipo. Por ejemplo, tenemos a dos exalcaldes sentenciados por diversos delitos y que actualmente están también prófugos de la justicia.
La coincidencia fue que se dieron órdenes de captura y pasó un tiempo prudencial que permitió a las exautoridades evadir la condena. En esa evaluación conviene que nuestros operadores de justicia evalúen que puede estar sucediendo para que pase tanto tiempo entre estas etapas.
Es cierto que en todo sistema puede haber situaciones particulares pero tampoco se puede llegar a extremos como las tres horas que permitieron a Vladimir Cerrón escapar hacia un destino desconocido.
Lamentable también resulta el papel que juegan los acusados y/o sentenciados que terminan escapando de la justicia. Con ello demuestran que no existe el compromiso de responder por sus errores, faltas o delitos.
Así solo contribuyen a que la sociedad no avance. Esperemos que más casos de estos no se repitan y terminen ensuciando la imagen de la justicia.