En las últimas horas surgió la noticia de una nueva parlamentaria denominada como la “mocha sueldo”. Se trata de la congresista Katy Ugarte, quien es denunciada por cobrar dinero a sus trabajadores, supuestamente, para pagar a medios de comunicación y levantar la imagen del legislativo en la región Cusco.
En este hecho también están involucradas otras legisladoras en su momento señaladas coloquialmente como “mocha sueldo”. Es el caso de Rosio Torres y Magaly Ruiz, acusadas por el mismo motivo.
Es lamentable lo que viene apareciendo con este Congreso. Se supone, en un mundo ideal, que nuestros representantes parlamentarios deberían ser conocidos por las propuestas legislativas en lugar de acciones extras que solo restan a la alicaída imagen del primer poder del estado.
Con esto vienen a la mente los diversos apodos atribuidos a congresistas de anteriores períodos. Aunque suenan graciosos, lo cierto es que también indignan estos calificativos porque reflejan el bajo nivel de varios parlamentarios.
A nuestra mente vienen apelativos como el ‘plancha camisas’, la ‘lava pies’, el ‘mata perro’, el ‘come pollo’. No se trata de los nombres de integrantes de una banda delictiva. Hablamos de congresistas que, en su momento, dieron más que hablar por obligar a sus trabajadores a arreglar sus prendas de vestir o hacerles limpieza a sus extremidades. También estaban quienes atacaron a un indefenso animal a balazos y uno que utilizó boletas falsas para justificar gastos exagerados.
Esto pasó hace varios años y ahora se repite con las denuncias contra el actual parlamento. Aunque hubieramos querido que no ocurra de esta forma.
.jpg)
.jpg)
.jpg)
