No tomar en cuenta las órdenes o normativas emanadas de un superior, sea individuo o persona jurídica es desacatar. En las sociedades desarrolladas uno acata permanentemente, es decir se ciñe a las reglas. Hacer lo contrario es ingresar en el terreno de la rebeldía y es propio de las naciones subdesarrolladas democráticamente.
Lo normal es acatar. Lo anormal es desacatar. ¿Qué pasa entonces cuando se invierte la regla? Es decir qué le podría pasar a un país en que las decisiones se toman según el ánimo que tenemos, la amistad que profesamos, el credo que defendemos, la ideología en la que creemos o simplemente por presión mediática. Sería el desorden general. El capricho o el sentimiento personal sería la regla de juego. Y eso es el caos total.
Olvidémonos por un momento de los nombres y apellidos. En lugar de decir la fiscal Patricia Benavides diremos la fiscal A y en lugar de la fiscal Delia Espinoza sera la fiscal B. Si la Junta Nacional de Justicia indica que la fiscal A debe asumir un puesto que en estos momentos tiene la fiscal B, esta última tiene que obedecer. Si no le gusta la decisión puede hacer las demandas correspondientes ante las entidades correspondientes pero en acciones de este tipo, a un nivel de Fiscales Superiores no existe el derecho al desacato.
Respiren profundo e imaginen un país en el que cada uno hace lo que sus sentidos les mandan. En otras palabras, en que cada uno hace lo que quiere y las normas están en función directa de nuestro estado de ánimo o, peor aún, en base a un razonamiento más vulgar y simplón: si la norma nos beneficia a nosotros o nuestros amigos. Si es sí acato. Si es no desacato.
Uno elemento adicional, que no podemos pasar por alto, es la ausencia penosa de personalidades que sean respetadas por la sociedad en general. Todos hablan, todos dan su opinión y a nadie se les cree. No hay ni una sola persona en el Perú que pueda acabar con el debate, zanjarlo y señalar el rumbo. En el Perú de estos días, no hay personajes estelares y menos aún respetables.
De la jefa de Estado y sus ministros no podeos decir nada pues no existen. Del presidente del Congreso menos, preside una entidad super desprestigiada. En el ámbito de justicia hay bandos y por ellos toman partido, según el caso, medios de comunicación, onegés y diversos profesionales. La falta de liderazgo transforma la buena práctica de decir una opinión en parte del problema.
Si pensaban que no estamos en crisis, piensen seriamente en lo que está pasando. Si quieren solucionar esta situación hay que entender que el 2026 es una oportunidad y no hay que votar, nunca más, por los que nos llevaron a esta situación.