Bajo la luz dorada del Misti, la ciudad de Arequipa vuelve a vestirse de palabra y espíritu. Del 14 al 17 de octubre, la Ciudad Blanca acoge el X Congreso Internacional de la Lengua Española (CILE), un encuentro que trasciende la academia y se convierte en una celebración de lo que somos: un continente tejido por acentos, memorias y sueños. Por unos días, Arequipa no es solo Perú: es el corazón palpitante de quinientos millones de voces que comparten un mismo idioma, una misma emoción, una misma historia.
Aquí, en la Ciudad Blanca, el español se reencuentra con su raíz mestiza. La lengua que llegó de Castilla y se multiplicó en América vuelve a reconocerse en el reflejo del quechua, el aimara y las lenguas amazónicas, en esas voces que no son pasado, sino respiración viva del presente.
En Arequipa, el español no impone, dialoga; no conquista, abraza. Es la palabra que se abre al otro, que aprende a escucharse en su diversidad y a florecer sin perderse.
El congreso se celebra bajo el lema “Grandes desafíos de la lengua española: mestizaje e interculturalidad, lenguaje claro, culturas digitales e inteligencia artificial”. Pero, más allá de los temas, lo que se respira es un pacto: el de cuidar el idioma como un territorio común donde conviven todas las miradas. La lengua no es solo una herramienta, es una casa. Y esa casa, que habitamos entre palabras, debe ser clara, justa e inclusiva. El español del siglo XXI no teme a la tecnología ni al cambio: los asimila para seguir vivo, para seguir humano.
Este CILE es también un homenaje silencioso y luminoso a Mario Vargas Llosa, hijo ilustre de esta tierra rebelde. Arequipa durante cuatro días le enseñará al mundo que el español puede ser instrumento de pensamiento, de belleza y de resistencia.
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