En la última década, en Arequipa, miles de familias enlutaron y su unión fue desintegrada, producto de la irresponsabilidad e informalidad en la que se desarrollan las empresas de minivanes que ofrecen servicios a lugares que tienen prohibido viajar y como añadidura a esta desidia, sus conductores son asesinos al volante, no respetan no solo las normas para pedir autorización de brindar un servicio de calidad, sino tampoco las respetan las normas de tránsito. Los choferes no conducen con decencia, ellos vuelan y parece que no les interesa proteger las vidas que llevan en sus vehículos.
Todos los pasajeros sin excepción pueden describir que el viaje en miniván es veloz, si se llega a un lugar en dos horas, con esta unidad motorizada se llega en una hora y treinta minutos. Eso emociona a muchos pasajeros.
Pero, según estadísticas del Ministerio de Transportes del año pandémico de 2020, el 67 % de los accidentes que matan más personas son protagonizados por las minivanes y autos. Es decir, de cada 10 incidentes mortales en la carretera casi siete ocurren en estos vehículos menores.
Según la normativa nacional, las minivanes solo pueden brindar servicio turístico a cortos tramos, es prohibido que lo hagan entre regiones, para ello existen terminales terrestres donde los buses interprovinciales pueden llevar a los ciudadanos a sus destinos.
Pero, lamentablemente en Perú, existe este terrible lema: “hecha la ley, hecha la trampa”, porque en base a ella sacan permisos para zonas cortas y terminan yendo las minivanes a todo el Perú. Sutran fiscaliza que no ocurra ello, pero vemos que cada semana hay accidentes y más familias lloran por sus seres queridos muertos en choques, despistes y desidia de los conductores y dueños de empresas.
Hoy sufren familiares con el reciente accidente en la ruta Arequipa-Moquegua y no se escucha si habrá sanción correctiva, esos fallecidos no tendrán justicia.
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