Expertos en marketing político, se han propuesto controlar la efervescencia social que se manifiesta, a través de marchas de protesta; unas tranquilas y otras embravecidas que van dirigidas, mayormente a los congresistas y, de paso, a otras entidades del Estado que, reconozcan o no, están sometidas a algunos grupos de poder, disfrazados de partidos políticos.
Los hábiles “marketeros”, se han fijado en los mínimos detalles para posicionar la renovada imagen de la figura presidencial, sobredimensionando las pequeñas y medianas acciones policiacas, referentes a seguridad ciudadana; en resumen, toda una maquinaria para demostrar a la ciudadanía que el trabajo gubernativo del Presidente, es la antítesis de lo que hacía su predecesora.
Esta estrategia neutraliza la contrariedad y el rechazo justificado de los congresistas que escandalizan su función parlamentaria con excesivo cinismo, llegando a destruir la dignidad de asesores obsecuentes que no diferencian su función con la humillación de sus “jefes”, hasta llegar a frotar los pies y cortar las uñas de una parlamentaria.
Volviendo al tema presidencial, la población, por las circunstancias actuales, se emociona fácilmente al ver las actitudes del presidente y, pese a que han transcurrido pocos días desde que fue designado por los congresistas, muchos conciudadanos, sin reflexionar serenamente, ya lo compararon con el mandatario salvadoreño. El caso de Jerí, es absolutamente diferente.
Sin embargo, con el viento a su favor, que más parece un vendaval de supuestos méritos, está consiguiendo que la mochila de acusaciones previas a la designación, sea menos pesada o, acaso, vaya borrándose de a pocos, de la retina colectiva. Todo lo negativo de Jerí, se va minimizando, por sus pintorescas acciones que la ciudadanía advierte, más por la forma que por el contenido.
Los resultados tardarán, en el tema de seguridad ciudadana; mientras tanto, el presidente, está en una disyuntiva que solo él debe resolver. Tiene la gran oportunidad de tomar una decisión audaz; alejarse de quienes lo pusieron en palacio de gobierno, porque, aun siendo constitucional el procedimiento seguido, necesita liberarse del yugo que lo puede conducir a error. Lo fundamental es que demuestre estar con la mayoría de peruanos; para ello tendría que desconectarse de acuerdos oscuros, de las consignas, de las condiciones que, probablemente, le impusieron. Si lo consigue, su futuro político será distinto, es joven y, bien podría alcanzar la presidencia, en el futuro, elegido democráticamente. ¡ Qué tal disyuntiva del señor Jerí !