La reciente captura de Miguel Rodríguez Díaz, alias “Cuchillo”, en Colombia, ya generó expectativas sobre el esclarecimiento de la masacre ocurrida en Pataz, La Libertad. Este crimen, que cobró la vida de 13 trabajadores mineros, conmocionó al país y puso en evidencia la violencia que persiste en las zonas de explotación minera.
La detención de Rodríguez Díaz, señalado como el principal sospechoso, representa un avance, pero no debe ser vista como el cierre del caso. Recordemos que esta persona negó estar detrás de esta tragedia e, incluso responsabilizó a policías de estar detrás del atentado.
Las autoridades peruanas han destacado la colaboración entre la Policía Nacional del Perú, la Policía de Colombia e Interpol para lograr la captura del presunto criminal. Sin embargo, quedan muchas interrogantes sobre la estructura delictiva detrás de este asesinato y sus posibles vínculos con la minería ilegal. La Fiscalía ha iniciado procesos contra otros implicados, pero es fundamental que la investigación continúe sin interrupciones para garantizar justicia a las víctimas y sus familias.
El historial de “Cuchillo” lo vincula con actividades delictivas en Pataz, incluyendo homicidios y sicariato. Su captura debe ser el punto de partida para desmantelar las redes criminales que operan en la región. La presión pública y el seguimiento mediático serán clave para evitar que este caso quede en el olvido o que los responsables evadan la justicia.
La masacre en Pataz no puede convertirse en otro expediente archivado. Nuestra justicia tiene un compromiso importante con las familias afectadas y todo el país.