El Instituto de Estudios Peruanos (IEP) ha difundido una reciente encuesta en la cual el 80 % de encuestados se sienten expuestos ante la delincuencia. Diversos hechos lamentables que ocurren a diario parecen respaldar esta muestra y nos presentan un panorama preocupante.
Ayer, por ejemplo, en Arequipa, un ciudadano cusqueño que llegó a la ciudad para comprar un vehículo, fue abatido con dos disparos para robarle 45 mil dólares; aunque los delincuentes no lograron quitarle el dinero, hicieron lo peor que hace un criminal: asesinarlo.
Asimismo, recordemos que, la semana pasada, una mujer fue rescatada, luego de una intensa persecución por las calles de Lima tras haber sido secuestrada por un grupo de facinerosos. En ese lapso un vigilante y una vecina, que no tenían nada que ver con el tema, terminaron heridos de gravedad y hoy luchan por su vida. De igual manera, un empresario se salvó de ser asaltado en Huaral por un grupo de delincuentes que pretendían sustraerle el dinero producto de una transacción comercial. En ambos casos la intervención de la Policía fue fundamental y precisa para evitar que se consumaran los actos delincuenciales.
Lamentablemente en otros casos terminan apareciendo víctimas inocentes de la delincuencia que no perdona condición socioeconómica, muchas veces la disminución de estos hechos parece imposible, ¿qué les falta a los policías?
Por eso debemos hacer el llamado de atención a nuestras autoridades para que implementen alternativas que permitan un mejor y mayor enfrentamiento ante la delincuencia.
Las políticas frente al accionar de la delincuencia deben ser severas y de igual manera trabajar en el aspecto preventivo con la finalidad de que más inocentes se vean afectados por la inseguridad ciudadana.