Celebraremos las fiestas julias, en crisis, confrontados y sin un liderazgo claro que represente la plataforma de la última protesta, que insiste en pedir que se vayan todos. La última encuesta realizada por el Instituto de Estudios Peruanos para el diario La República, revela que ocho de cada diez peruanos consideran que lo más conveniente para el país, es el adelanto de elecciones.
La investigación, identifica que casi la mitad de peruanos cree que en el Perú, no vivimos en Democracia y confirma que el descontento con la gestión de los congresistas y la presidenta sigue en aumento.
Indignación y hartazgo, eso es lo que revela la encuesta, ese es el sentimiento que prevalece en estas fiestas, la población rechaza a la clase política que hasta ahora ha gobernado el país, los antifujimoristas y los grupos políticos y empresariales que desde la década de los 90 mantiene y controla el orden establecido para beneficiarse y defender sus intereses.
En el 2021, esa población cansada de la postergación y olvido del Estado y las reglas de juego de nuestra democracia, endosó su voto de confianza a Pedro Castillo, líder de Perú Libre; recibieron el aplauso y respaldo de la izquierda y los grupos políticos de centro que, no solo celebraron la derrota del fujimorismo, sino que se sumaron a la gestión y se embarcaron en la defensa de un gobierno que rápidamente demostró ser incapaz y corrupto. Hoy no reconocen que la derrota de Castillo es también la suya.
Hoy esa población no reconoce su responsabilidad en la elección de Boluarte, que dirige el país tras suceder a Castillo, detenido por su autogolpe fallido, y lo que es peor; esa población es la que se moviliza desde el desacuerdo, sin propuestas ni plataforma conjunta, sin mea culpa, sin liderazgo, impulsando una protesta motivada más por el odio y el hartazgo, que con una propuesta política.
Huérfanos de decencia y de reformas políticas, así llegamos a las Fiestas Patrias, con una ciudadanía cansada de la violencia política y callejera, sin capacidad para el debate público, para el diálogo y la construcción de consensos, que nos acerquen e impidan que irrumpan líderes de barro, improvisados, que nos han colocado en esta situación de precariedad, vandalismo, inestabilidad y corrupción permanente. Recuperar la decencia, recomponernos como sociedad, es urgente.