A 26 años de cárcel fue condenado Sergio Tarache, quien roció con gasolina y quemó viva a la joven Katherine Gómez el año pasado. Esa es la condena por acabar con una vida tan prometedora de una persona, quien falleció luego de una larga agonía. Ese es el precio a pagar por un crimen tan cruel que envía un mensaje preocupante a la sociedad.
Tarache, además de feminicida, también evadió a la justicia, pues tras ser liberado fugó a Colombia donde se libró una batalla legal para su extradición. Esta medida fue concretada en enero de este año y luego se procedió con el juicio donde los familiares de la joven aumentaron su dolor al recordar paso a paso el acto criminal que apagó la vida de una joven que comenzaba a labrarse un futuro y tuvo el infortunio de atravesarse con una persona enferma en todo sentido y que no tuvo remordimientos en ejecutar el asesinato ante la vista y paciencia del público.
Sin embargo, ante un acto criminal tan cruel, resulta poca cualquier condena. Hablamos de que no solo se apagó la vida de una joven. También se arruinó la existencia de una familia que quedó destrozada para siempre. Además se malograron una serie de proyectos de vida para la víctima que podía tener un futuro prometedor y que quedaron enterrados ante el acto criminal.
Ya la familia de la víctima anunció que apelará la medida junto con el Ministerio Público. Se apunta a obtener la condena máxima: cadena perpetua. Sin embargo, ello quedará corto ante la magnitud del crimen y el daño que ocasionan este tipo de hechos a una sociedad que anhela paz para un futuro mejor. Esa paz es lo que también necesitan los familiares de Katherine Gómez para que su alma pueda descansar por siempre.
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