Lo ocurrido con el padre de familia que murió luego que delincuentes intentaran robarle más de 40 000 dólares en el distrito de Cayma, sobrepasa los límites de la humanidad. Aunque la víctima evitó que los facinerosos le sustrajeran el dinero, lamentablemente falleció en vano, pues posteriormente su familia reveló que el monto se perdió de manera misteriosa.
A la tragedia de haber perdido la cabeza del hogar se suma ahora la preocupación de una familia por no saber qué sucedió con el dinero, producto de las ganancias de un honrado comerciante.
Lo peor es que nadie se hace responsable por este problema que ha hundido más a los familiares de la víctima. Tras el ataque de los delincuentes, ocurrido la tarde del último lunes, la familia obviamente se preocupó primero en la salud del herido, quien lamentablemente murió horas después cuando fue trasladado al nosocomio. En ese lapso nadie sabe qué pasó con el canguro que contenía el dinero que iba a ser usado para una transacción comercial.
La familia apunta sus sospechas hacia las personas con las cuales iba a realizar negocios la víctima; sin embargo, nadie da razón del destino del dinero. Lo único cierto es que existieron personas que se aprovecharon de la desgracia ajena para sacar su propio beneficio y apropiarse del producto del esfuerzo del grupo familiar.
Con este panorama cabe la pregunta: ¿Qué está sucediendo con nuestra sociedad? Es que acaso no tomamos en cuenta la tragedia del resto y solamente nos interesamos en nosotros mismos sin tener en cuenta que existe una familia que acaba de perder a uno de sus integrantes más queridos víctima de la delincuencia. Ojalá esta situación pueda aclararse y que todo se trate de una confusión. Somos seres humanos y esa humanidad debe permanecer por el bien de toda la sociedad.
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