Martín Vizcarra Cornejo se forjó una imagen de gobernante exitoso cuando, siendo autoridad regional de Moquegua, consiguió que esta región alcance niveles superiores en evaluaciones de desempeño escolar. A la par se vislumbraba su habilidad para obtener mejoras para su población al negociar más apoyo inteligente de la minería.
Con este currículum no era extraño que fuera convocado para asumir más papeles estelares en el escenario de nuestra política. Así llegó a ser vicepresidente en la plancha de Pedro Pablo Kuczynski rumbo a la presidencia el 2016.
Tras la renuncia de este último, asumió la presidencia de la república y le tocó asumir la lucha contra la pandemia. Todo hacía indicar que se trataba de un gobernante técnico que daba otra presencia al Gobierno.
Sin embargo, las sombras comenzaron a extenderse sobre Vizcarra cuando surgieron las primeras investigaciones por presuntos actos de corrupción en obras ejecutadas en Moquegua. El inicio del fin fue el descubrimiento que Vizcarra Cornejo se vacunó en secreto contra la covid-19 mientras miles de peruanos morían a causa de la enfermedad.
Tras darse su vacancia, el exmandatario se animó a postular al Congreso en las siguientes elecciones y fue el más votado. Sin embargo, sus sueños se truncaron ante la inhabilitación aprobada por el anterior Legislativo. Además sobre él pesan diversas investigaciones sobre actos de corrupción. La última de estas es por la conformación de la organización delictiva “Los intocables de la corrupción” que gestionó la entrega de coimas millonarias en el gobierno vizcarrista.
Así llegamos al presente. Todo hace indicar que Vizcarra pronto pasará al banquillo de los acusados al igual que otros expresidentes. Así se convierte en uno más de quienes jugaron con las ilusiones de los peruanos protegiendo sus propios intereses.