No puedo asegurar que los ministros hayan estado recitando un libreto repartido por algún empeñoso asesor, pero todo parece indicar que por lo menos han recibido instrucciones para ningunear la reciente encuesta de Datum que señala que la presidenta Boluarte ya roza el 0 % de aprobación. En efecto, según este sondeo publicado en El Comercio, indica que los niveles de desafecto, desagrado, desaprobación se han disparado al 96%. Algo insólito que constituye todo un registro, un récord, una marca en el contexto mundial.
¿Por qué digo que los ministros han recibido esta instrucción? Pues escuchando sus declaraciones todos salen con la misma cantaleta. Palabras más, palabras menos, todos indican que no trabajan para las encuestas, que por donde van la gente los saluda, los trata con cariño y hasta le muestran aprecio a la presidenta y, por sobre todas las cosas, no hay que dar mayor importancia a los sondeos pues son “una foto del momento”.
Por lo visto los ministros no se dan cuenta que esto ya no es una foto. Es una película, estática. Una película está compuesta por una seguidilla de fotogramas que al ser distintas tomas de diversas acciones da la sensación de movimiento. Pero aquí vemos la misma foto desde hace meses: la presidenta Boluarte registra una aceptación de tan sólo 3, 4 ó, con bondad, 5 %, que para efectos estadísticos es lo mismo pues todos se encuentran en el margen de error. Es decir, está estancada en su popularidad y un gobierno que no tiene dinámica está condenado al fracaso. Y lo vemos y lo sentimos. No hay política pública del gobierno que no esté condenada al fracaso, sea salud, educación, seguridad o infraestructura. La corrupción está por todas partes y compite con la incapacidad gubernamental en protagonismo. Y ante ello el gobierno no hace esfuerzos por mejorar. No tiene vergüenza ni capacidad de enmienda. Un desastre.
Una persona o entidad tiene propósito de enmienda cuando siente vergüenza de algo o teme la posibilidad de una sanción o castigo. Por lo general la vergüenza sobreviene al castigo. Pero el gobierno de Dina Boluarte no siente vergüenza y por lo tanto no quiere mejorar porque sabe que quienes le tendrían que propinar una sanción política no lo hacen porque son sus cómplices. Y ustedes saben a quien me refiero cuando digo que alguien no hace su trabajo de control político. Me refiero al Congreso.
Así que lo mejor que nos puede pasar es que el tiempo no se vuelva tan largo que adquiera niveles de pesadilla y que llegue abril del 2026 para elegir nuevos gobernantes. Pero para que no continúe el desastre es necesario elegir bien y para ello debemos prepararnos desde ahora.