Los carnavales en Arequipa han sido, desde tiempos coloniales, una expresión vibrante de identidad cultural. Sin embargo, con el paso de los años, esta festividad ha cambiado drásticamente, hasta el punto de que ya no se celebra de manera masiva como antes. Factores como las intensas lluvias de febrero y la creciente conciencia sobre el cuidado del agua han influido en esta transformación.
Antiguamente, los carnavales en Arequipa estaban marcados por la espontaneidad de los juegos con agua, las comparsas y la música tradicional. Las calles del centro histórico se llenaban de color y alegría con las tradicionales yunzas o cortamontes, donde grandes árboles adornados con regalos eran derribados en medio de danzas y cánticos. Las coplas carnavalescas, cargadas de picardía y sátira, eran otro de los elementos que daban identidad a la celebración.
Sin embargo, en los últimos años, las fuertes lluvias que asolan la ciudad en el mes de febrero han generado una reducción en la magnitud de las festividades. Las condiciones climáticas adversas han dificultado la organización de eventos al aire libre, limitando la participación de la ciudadanía. A esto se suma una creciente preocupación por la escasez de agua, que ha llevado a las autoridades y la población a restringir el tradicional juego con globos y baldes de agua, considerado un derroche innecesario en tiempos de crisis hídrica.
A pesar de estos cambios, la esencia del carnaval arequipeño sigue viva en muchos barrios y distritos, donde se mantienen las comparsas y las danzas típicas. La revalorización de las costumbres a través de actividades culturales organizadas por municipalidades y colectivos artísticos ha permitido que la tradición no desaparezca del todo.
El reto para las nuevas generaciones es encontrar un equilibrio entre la modernización y la conservación de la identidad cultural. El carnaval no solo es una oportunidad para la diversión, sino también un espacio de expresión colectiva que refuerza el sentido de pertenencia de los arequipeños. Adaptarlo a los tiempos actuales sin perder su esencia es clave para que esta celebración continúe siendo un símbolo de la ciudad. En tiempos de cambios acelerados, recordar nuestras tradiciones nos permite entender quiénes somos y hacia dónde vamos.