En una situación tan dinámica como los tiempos actuales las encuestas hace rato que dejaron de ser la foto del momento, como recitan los opinólogos que solo se sustentan en el derecho o los politólogos sin calle, que nunca militaron en un partido político. Plantean sobre ellas diversas interpretaciones sin tomar en cuenta lo compleja que es la política, el papel de los poderes fácticos así como la delincuencia organizada y la falta de escrúpulos o respeto a los códigos de algunos participantes.
La encuesta nacional de Ipsos recientemente publicada, pero con un trabajo de campo de hace más de dos semanas, va en ese sentido. Presenta datos que confirman la realidad que estamos atravesando y que debería llevar a preocupación a algunos de sus protagonistas. La reacción de estos y sus allegados es la principal muestra que las encuestas son necesarias e importantes pues despiertan emociones que de otra manera sería difícil de apreciar.
Keiko Fujimori, Rafael López Aliaga, César Acuña y Phillip Butters tienen bancadas importantes en el Congreso y ellos mismos una importante presencia mediática. En lugar de serles favorables sus entornos mediocres se han convertido en un lastre. Cada vez que declara un representante de Fuerza Popular, Renovación popular, APP o Avanza País es una especie de recordatorio que no se debe votar por ellos (no es lo que pienso es lo que despiertan en la ciudadanía). Es todo lo contrario de los que sucedía antes, cuando los líderes políticos se rodeaban de personajes interesantes. En estos días los líderes mencionados tienen 9, 7 y 2% respectivamente. Porcentajes paupérrimos. Nunca se había visto esto.
Entre ellos se encuentra Carlos Álvarez, sin bancada y sin estructura política en movimiento. Tiene un 6% basado fundamentalmente en una adecuada comunicación política que privilegia el mensaje de la seguridad por un lado y la crítica a Dina Boluarte por el otro. La gente se pregunta cómo se mantiene entre los punteros. La respuesta es elemental: pues porque lo que dice es lo que desea escuchar la gente. Es decir la esencia del mensaje político en tiempos de campaña.
Es cierto que la campaña recién empieza pero, a nueve meses del día de elecciones habrá cosas que serán difíciles de cambiar como el agotamiento de algunos candidatos (César Acuña y Rafael López Aliaga) y la polarización que despierta Keiko Fujimori. Dependerá de la estrategia que adopten sus equipos de campaña, las personas que convoquen, los mensajes que planteen. Pero siempre tienen en su contra el hecho de haber empezado demasiado tarde este cambio. Si lo hacen la ciudadanía lo percibirá como simple estrategia electoral. Entramos en la recta final.