Mi vida ha sido, es y, espero, siga siendo la universidad. Entre mis años como estudiante y docente ya suman 18, tanto en la Universidad Nacional de San Agustín de Arequipa y en la Universidad Católica de San María, así que conozco perfectamente la realidad tanto de la institución pública como de la privada; por ello no puedo ni debo quedarme callado ante el abuso cometido por el Gobierno, a través de la Policía en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, hecho ocurrido el sábado pasado.
Creo que todos quienes nos consideramos universitarios (profesores, estudiantes, trabajadores administrativos y egresados) tenemos la obligación de manifestar nuestro rechazo ante el atropello del gobierno de turno hacia la autonomía universitaria.
Los tinterillos, que nunca faltan, aliados de la coalición de derecha en el poder, dirán que “la rectora pidió la intervención policial” o que “estamos en estado de emergencia”, y, seguramente tendrán razón; pero, hasta para cometer ciertas tropelías hay que tener algo de sentido común.
La intervención policial en la Decana de América se realizó sin la presencia de fiscal alguno, no se permitió la presencia de representantes de la Defensoría del Pueblo y se detuvo a residentes universitarios por “usurpar” el campus (¿cómo se puede acusar de usurpación a alguien que legalmente reside en la universidad?) ¡Hasta en los tiempos del fujimontesinismo se disfrazaban policías como fiscales para -por lo menos- aparentar cierta legalidad!
El autoritarismo del gobierno de coalición de Boluarte ni eso hace, ya perdió toda la vergüenza y si asumimos que la intervención se hizo “con todas las de la ley” no era la manera ni el momento para hacer dicha intervención, precisamente contra los universitarios y en momentos en que la población está cada vez más está en contra del Gobierno. Se está generando más resentimiento hacia el régimen y el diálogo que pregona Boluarte parece ser solo de nombre, en la práctica imponer el orden a toda costa parece ser la consigna.
Invoco a los demás universitarios a que se manifiesten en contra de este suceso que atenta claramente contra la autonomía universitaria y el respeto a quienes se forman y que se encargarán de reconstruir la desgracia de país que les estamos heredando. Todos los universitarios de bien debemos rechazar esta intervención, hoy fue San Marcos, mañana puede ser cualquier otra universidad. En un autoritarismo como el que ahora vivimos, nadie ni nada está libre. ¡Viva la universidad peruana!
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