Las candidaturas definitivas deberán ser enviadas digitalmente a la ONPE hasta el 7 de noviembre de 2025, un plazo improrrogable cuyo incumplimiento implica la exclusión automática del proceso electoral 2026. Con el cronómetro en contra, el JNE confirmó que las elecciones primarias se realizarán los domingos 30 de noviembre y 7 de diciembre, donde 37 organizaciones políticas deberán demostrar si practican democracia interna o si mantienen la vieja tradición del dedazo. El caso del APRA, con 15 listas presidenciales, volverá a exponer la tensión entre renovación y control de cúpulas.
El JNE publicará los resultados de las primarias hasta el 15 de diciembre, y desde el 23 de diciembre iniciará la revisión de las planchas presidenciales. Las primarias definirán no solo las fórmulas para la presidencia, sino también las listas de senadores, diputados y representantes al Parlamento Andino. Las decisiones del Órgano Electoral Central (OEC) de cada partido serán vinculantes, una herramienta clave para evitar maniobras internas, aunque su independencia real depende de la voluntad política de cada agrupación.
El reglamento permite tres modalidades de elección: voto directo de afiliados, lista cerrada o votación nominal para cargos legislativos y elección mediante delegados, un mecanismo históricamente usado para asegurar el control de las cúpulas. Aunque estas reglas buscan orden y transparencia, en varios partidos siguen operando padrones manipulados, delegados controlados y pactos internos que disfrazan decisiones ya tomadas.
Más allá de los cronogramas, el desafío es político: ¿los partidos permitirán una competencia real o repetirán candidaturas fabricadas en oficinas cerradas? El 2026 elegirá presidente, senadores, diputados y parlamentarios andinos, pero antes de eso, las primarias revelarán qué organizaciones son verdaderamente democráticas y cuáles solo funcionan como marcas electorales al servicio de un caudillo. ¿Estarán a la altura de un país que ya no confía a ciegas?