“El camino de la vida puede ser libre y hermoso, pero lo hemos perdido. La codicia ha envenenado a las personas, ha levantado barreras de odio; la codicia, ha empujado a los hombres, hacia las miserias y las matanzas”
Charles Spencer Chaplin
Al comenzar el nuevo año, la mayoría de peruanos, esperábamos un cambio que, partiendo de las altas esferas del poder, pudiésemos tener la remota esperanza de vivir en paz, sin pensar que, al salir de casa, nuestro retorno, ya no estaría más, entre signos de interrogación. Tenemos, en el Perú un poder para autodefensa y autoprotección de los gobernantes, pero, ese poder, no logra controlar la vorágine de crímenes.
El nuevo jefe de la región policial de Arequipa, General PNP, Olger Benavides Ponce de León, a pocas horas de tomar su cargo, se informó de una balacera en la avenida Dolores. Luego, en los siguientes días, hubo otros actos delincuenciales. Y es que, la inseguridad ciudadana, en diferentes regiones de nuestro país, se ha convertido en una psicosis permanente, en un estrés colectivo, en una forma de vivir, altamente peligrosa.
Hoy, los delincuentes, cometen actos criminales que, penosamente, si no se comprueba la flagrancia delictiva, no se puede aplicar la detención preliminar, menos la preventiva, porque la señora Boluarte, no promulga todavía la ley que corrige estas barbaridades; en caso lo haga, recién sería en marzo. ¿Por qué espera tanto?
Por ahora, los criminales, siguen atemorizando a la ciudadanía y el ministro del Interior Juan José Santibáñez, muy orondo él, vive su propio sueño, minimizando cifras de asaltos, robos, asesinatos. Pocas veces, la mitomanía se ha instalado en una persona que, escandalosamente, se aferra al cargo de una manera groseramente genuflexa. El ministro sabe que la criminalidad organizada y la delincuencia común, resultan para el gobierno, sencillamente, incontrolables. Sabe, también, pero no lo expresa, que la policía carece de logística, no hay suficientes patrulleros, la cantidad de efectivos, es insuficiente, que las armas de los criminales son más sofisticadas, etcétera.
Frente a esta realidad, Santibáñez, sigue creyendo en un mundo de ficción. De otro lado, los congresistas aprueban leyes que van a contracorriente de la paz y la seguridad de los ciudadanos. Este congreso, que escasamente tiene 3 % de aprobación, solo le interesa su autoprotección, porque algunos de los parlamentarios, tienen un “rabo de paja”, tan largo y grueso, que podría incendiarse, sin control, ante el menor descuido.