Una de las mejores columnas de Mario Vargas Llosa, que suscitó una serie de debates allá por los años 80, fue la seguidilla titulada en su célebre Piedra de Toque como El Mandarín. En ellas Mario desarrollaba la idea del papel del intelectual en la sociedad que lo acogía, que no podía convertirse en una suerte de torre de marfil desde la cual se dedicaba a observar, distante, los eventos y fenómenos que acontecían. Mario Vargas Llosa discrepaba de esa actitud, y predicaba con el ejemplo: fue un actor consumado de la crítica en su tiempo. Cuando era necesario cuestionar, lo hacía. Cuando era necesario discrepar lo manifestaba. Cuando era necesario apoyar apostaba por la causa con entusiasmo.
Pero en ese rol, el del Mandarín, Mario Vargas Llosa defendía el rol del intelectual alejado del consenso complaciente, como un elemento catalizador de la sociedad, que con sus ideas nos sacudía de la contemplación o de la resignación. El intelectual, el líder de opinión, el formador de conciencias, no puede tener un rol de simple observador en los tiempos actuales. Por eso considero que el mejor homenaje que se puede rendir a Mario Vargas Llosa es alejarnos del conformismo y ser una suerte de conciencia crítica de nuestra sociedad. Si actuamos así esta lo agradecerá.
Es que siempre habrá acontecimientos ante los que no podemos ser indiferentes. El mismo día que Mario falleció, un programa dominical informó respecto a las declaraciones de un testigo protegido en el caso del cruel asesinato de la trabajadora del Congreso, Andrea Vidal. Decía este testigo que sí había existido una red de prostitución o de favores sexuales en el Congreso y que un expresidente de dicho poder del Estado, habría recibido los favores sexuales de una señorita. Esta noticia en cualquier país del mundo sería un escándalo. Que un expresidente del Congreso consienta una red de prostitución en un poder del Estado y sea consumidor, usuario, cliente de la misma es algo que no se puede tolerar, de ninguna manera y debería exigir de parte nuestra la máxima investigación. Más aún cuando de por medio está el asesinato de una joven señorita de 26 años. El partido APP debería ser el primer interesado en aclarar este asunto haciendo un serio deslinde con el sujeto que ocupó la presidencia del Parlamento representándolo. Desafortunadamente, el fallecimiento de nuestro premio nobel aplastó la noticia que menciono. Pero por el bienestar moral de nuestro país no puede pasar al olvido. Un país que pasa por alto este deterioro moral no tiene futuro como Estado. Hay que exigir que se llegue al fondo del asunto y que la Fiscalía haga su trabajo con celeridad y prontitud. Estos graves hechos no se deben olvidar.
No ser parte de la indiferencia ni del consenso complaciente es el mejor homenaje a Mario Vargas Llosa.
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