Se cumplen dos años del mayor desastre ecológico de nuestra historia. Según cifras del Ministerio del Ambiente (Minam), un total de 11 900 barriles de petróleo fueron vertidos al mar en la playa de Ventanilla acabando con toda la vida en la zona y afectando a miles de personas que, de una manera u otra, dependían de las actividades marinas.
Desde aquella fecha, las familias afectadas por el desastre ecológico exigen justicia. Aunque en ese período la empresa Repsol que operaba la refinería de La Pampilla, donde se produjo el derrame, entregó compensaciones económicas, esto no ha sido suficiente. Pues la vida no ha vuelto a ser igual para todos.
Otro aspecto a resaltar es el daño al entorno. Desde el momento que se supo del derrame de petróleo, todos los especialistas coincidieron en que los daños quedarían en el ecosistema por varios años. También es cierto que se hicieron labores de limpieza, pero la vida silvestre no ha terminado de recuperarse. A esto debemos agregar la desconfianza que existe entre la sociedad porque no es fácil consumir productos provenientes de un lugar donde hace 24 meses ocurrió un derrame de miles de galones de petróleo.
A dos años del desastre, las sanciones establecidas contra Repsol por lo ocurrido en Ventanilla no han sido suficientes para solucionar el daño a nuestro ecosistema.
Prueba de este descontento es la demanda interpuesta ante un tribunal en Países Bajos la semana pasada. Se piden mil millones de dólares por las afectaciones tras el derrame de crudo.
Para finalizar, queda en el aire la pregunta hacia nuestros gobernantes, qué se ha hecho para evitar que un desastre de este tipo pueda repetirse. Se necesita más respuestas para proteger nuestro entorno y evitar que sea herido de muerte frente a la negligencia del ser humano.