Existe una tendencia muy preocupante en América Latina por dar un giro radical, de gobierno progresistas a radicalismos de derecha. El gobierno de Nayib Bukele en El Salvador, el triunfo de Javier Milei en Argentina y varios ejemplos más son evidencia de que algo no está bien en la política latinoamericana.
El radicalismo de derecha es una corriente política que se caracteriza por posturas y creencias extremadamente conservadoras, nacionalistas y, en muchos casos, autoritarias. Las personas y grupos que se adhieren al radicalismo de derecha suelen tener opiniones muy arraigadas sobre temas como la inmigración, la identidad cultural, la seguridad nacional y la preservación de valores tradicionales. Los radicales de derecha suelen poner un fuerte énfasis en la identidad nacional y la preservación de la cultura y las “tradiciones propias”. Son críticos de la globalización y de los flujos migratorios.
También suelen abogar por la preservación de valores tradicionales y religiosos en la sociedad, oponiéndose a cambios en áreas como el matrimonio igualitario, los derechos LGBTQ+, el aborto y otros temas sociales sensibles. Pueden mostrar desconfianza hacia las instituciones internacionales y acuerdos comerciales globales, favoreciendo una mayor independencia y soberanía nacional. Aunque no todos los radicales de derecha comparten esta característica, algunos pueden oponerse a los esfuerzos por lograr una igualdad extrema en la sociedad, argumentando que esto puede tener efectos negativos en la estructura social y económica. Es importante señalar que el radicalismo de derecha no es homogéneo y puede variar en intensidad y enfoque según la región y el contexto cultural.
Algunos grupos radicales de derecha pueden adoptar enfoques más violentos o extremos, mientras que otros pueden centrarse principalmente en la política y la influencia pública para promover sus ideales.
La última semana han surgido voces de connotados políticos nacionales pidiendo que se implementen las políticas de lucha contra la delincuencia de Bukele (y que son seriamente cuestionadas por organismos de derechos humanos); también piden un Milei peruano en las próximas elecciones. Esto revela su claro talante autoritario y nada democrático. Todos ellos que ahora reclaman por una extrema derecha radical, hace unos meses criticaban la supuesta extrema izquierda radical de Castillo, a quien sacaron del poder en menos de 24 horas, ¿acaso lo que buscan es un radical, pero no de izquierda, sino de derecha? ¿Acaso les importa la democracia? Pues parece que no, poco a poco esos críticos de la extrema izquierda van mostrando su verdadero rostro: radicales, pero de derecha.