La reciente decisión del juez Víctor Alcocer de declarar infundado el pedido de prisión preventiva contra Martín Vizcarra pone sobre la mesa un debate clave: ¿es falla del sistema o debilidad de la Fiscalía? Más allá de la indignación ciudadana que genera ver al expresidente (investigado por presunto cohecho y acusado de recibir más de S/2.3 millones en sobornos) libre y con aspiraciones políticas, lo cierto es que la prisión preventiva no es automática ni puede sustentarse con conjeturas. Y eso, aunque incomode, debe decirse con claridad.
El fiscal Germán Juárez Atoche no logró demostrar peligro real de fuga ni una obstrucción efectiva de la justicia. Argumentos como la presencia de Vizcarra en zonas fronterizas, sin seguridad, y con viajes constantes, fueron insuficientes. La jurisprudencia actual exige pruebas objetivas y consistentes: estar en la frontera no equivale a estar fugándose. La Corte Suprema y el Tribunal Constitucional dicen necesitar algo más que la sospecha: están confiados que Vizcarra no huirá. Confían en el procesado e inhabilitado por corrupción.
No obstante, el caso también evidencia las fisuras del sistema. El exmandatario no tiene una conducta intachable, es cuestionado por múltiples escándalos y, aun así, busca regresar al poder. ¿Cómo es posible? Porque no hay una legislación electoral que impida de forma clara que investigados por corrupción sean candidatos. Y mientras eso no se corrija, seguirán postulando con impunidad legal, aunque la moral los haya abandonado hace tiempo. El control del arraigo familiar o domiciliario no es garantía de integridad, y eso lo sabe el país entero.
Vizcarra no ganó esta batalla legal por inocencia, sino por falta de solidez fiscal y vacíos normativos. Su libertad no es una absolución, es una advertencia: si el Ministerio Público no fortalece su carga probatoria y si el Congreso no legisla con visión ética, seguiremos viendo rostros conocidos en campañas presidenciales, aún con carpetas fiscales abiertas. El sistema lo permite, y los ciudadanos, cansados pero conscientes, no deberían olvidarlo en las urnas.